El joven Clemente era un apuesto, valiente y andariego, fue despachante de tienda, tarea a la que se dedicaba la mayoría de los jóvenes de familias acomodadas que no habían podido cursar estudios importantes;
En 1802 se casó con Paula Albarracín hija de familia tradicional.
Don Clemente abrazó la actividad de arriero, constituía la base de comercialización, su vida sacrificada obligándolo a enfrentar riegos y mantenerse alejado de la familia; cualquier viaje a Chile o al litoral absorbía dos meses de tiempo a veces más.
Sus condiciones de baqueano responsable le permitieron estar en contacto con, Ignacio de la Roza en el marco del cruce de los Andes como digno patriota para colaborar con sus conocimientos del territorio.
Iniciada la hazaña sanmartiniana, llega a capitán de milicias después de Chacabuco, teniendo a su cargo el traslado de 300 prisioneros; que entregó a Ignacio de la Roza.
Hecho por el cual es reconocido por San Martin.